ANA MARIA. SEGHESSO
En Mesopotamia, el conocimiento del futuro era propiedad reservada a los dioses, los sacerdotes revelando lo oculto eran simples portavoces de la Divinidad.
En la fase mítica de los pueblos de la Mesopotamia, o sea antes de la invención de la escritura, existió un período en el cual los dioses gobernaron directamente el mundo y un segundo período, en que el Poder fue asignado a los hombres, pero guiados por un personaje semidivino, enviado del mundo sobrenatural.
OANNES
El escritor caldeo Beroso cuenta, en el primer libro de su obra llamada Babiloniaká, cómo seres ultraterrenos enseñaron a los humanos las normas basilares de vida.
Beroso afirma - según sabemos de la mención que hace el escritor clásico Polistor
- ..."que una bestia llamada Oannes, dotada de razón, apareció en el mar Eritreo, en un lugar adyacente a Babilonia; todo su cuerpo era semejante al de los peces, pero una cabeza humana le había crecido debajo de la cabeza de pez y pies humanos le habían crecido debajo de la cola de pez.
Poseía una voz humana y su imagen aún se conserva¨.
Esta bestia pasaba los días en compañía de los hombres pero no comía ningún alimento y donó al género humano el conocimiento de las letras, de las ciencias y de las artes de todo tipo.
Enseñó, además, a la raza humana diversos conocimientos:
a fundar ciudades, construir templos, recopilar leyes y medir los campos. Los instruyó para reconocer las semillas, a cosechar los frutos de la tierra y en general les otorgó todo lo necesario para vivir de un modo civilizado.
Desde el tiempo que esa bestia hizo su aparición nada nuevo ha sido descubierto.
¨Cuando el sol se ocultaba, Oannes se zambullía en el mar y pasaba la noche en las profundidades porque era anfibia".
Pruebas de los acontecimientos narrados por Beroso llegan de textos cuneiformes.
En un texto de Uruk se encontró el elenco de siete reyes antidiluvianos, cada uno de los cuales está acompañado por un Sabio.
El primero de los Sabios, testimonia la tabla de arcilla, se llamaba Oannes y según la tradición, era un ser semidivino.
El Diluvio Universal cierra este período: los dioses no intervienen más en las vicisitudes humanas, los Sabios terminan su misión y el hombre a este punto, definitivamente solo, comienza su Historia.
Según el texto de Uruk citado, el primer soberano que tiene consejero totalmente humano es el legendario rey Gilgameš.
Gilgameš
El pasaje a esta tercera fase no será demasiado inquietante, porque el rey era dos tercios divino y un tercio humano y porque para entrar en contacto con los dioses creadores del universo fue instituida la Mántica o Adivinación.
Beroso no menciona sus fuentes de información, pero agrega que los Caldeos habían comenzado a estudiar los tiempos de los movimientos de los astros al inicio del reino de Nabonasar (VIII siglo a. de C.), información corroborada por Claudio Ptolomeo.
Plinio el Viejo menciona la maestría de Beroso en Astrología, recordando su estatua erigida en el Gimnasio de Atenas en honor a sus enseñanzas.