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domingo, 23 de noviembre de 2014

EL LIBRO Y EL UNIVERSO





ANA MARIA SEGHESSO







El concepto de la existencia de un dios que comunica con los hombres mediante un Libro Absoluto o de  una Escritura Sagrada se ha manifestado en varias culturas y creencias. 


Sin embargo, fueron las religiones monosteístas las que puntualizaron que el dios por ellas venerado los distinguía como el "pueblo elegido", por sus méritos y excelencia. 



Para los musulmanes el Corán, llamado también "el Libro" o "Al Kitab", no es una pura obra divina, como el alma de los hombres o el universo, sino uno de los atributos de Dios, como Su eternidad o Su ira, y la Madre del Libro está depositada en el Cielo   



Más audaces aún que los musulmanes han sido los escribas hebreos, que en el "Libro de la Creación" - Sefer Yezirah -  texto hebraico de pensamiento sistemático - especulativo, afrontan el tema cosmológico y cosmogónico de la Creación, con estilo místico. 


Escrito en forma de monólogo a través del cual Abraham describe "cómo pudo comprender los secretos de la Naturaleza y convertirse a la fe del Dios verdadero", declarando, además, 


que Dios creó el mundo por medio de 32 caminos secretos de la sabiduría; estos 32 senderos, definidos como diez Sefirot - o manifestaciones divinas.


Las 22 letras elementales del alfabeto hebraico, son presentados como los fundamentos de la entera creación. 






Aparentemente el término Sefirot es usado en el sentido exclusivo de "números", si bien es cierto que el autor al emplearlo parezca aludir a principios metafísicos o a fases de la creación del mundo.


Todos los seres reales en los tres estratos del cosmos - según el lenguaje del libro: mundo, año, ánima - fueron creados mediante la interdependencia de las 22 letras; cada cosa existente contiene de algún modo estos elementos lingüísticos y existe gracias a su poder, cuyo fundamento es un nombre - el Tetragrámaton, o quizás el orden alfabético que en su totalidad, es considerado un único nombre místico - el nombre de Dios -.

El proceso cósmico por consecuencia es esencialmente lingüístico, basado en la combinación ilimitada de las letras. 


El autor hace luego un análisis de las letras que divide en "dobles", o sea las consonantes, mediante las cuales fueron creados los siete planetas, los siete cielos, los siete días de la semana y los siete orificios del cuerpo (ojos, orejas, narices, boca); las letras "simples" son doce y corresponden a las que el autor considera como las principales actividades del hombre: los doce signos del Zodíaco en la esfera celeste, los doce meses y los doce principales miembros del cuerpo. 

La combinación de estas "letras básicas" contiene las raíces de todas las cosas y el contraste entre el Bien y el Mal. 


Se puede advertir un vínculo entre esta cosmogonía lingüístico-mística, que posee estrechas semejanzas con el pensamiento astrológico, y una magia basada en el portentoso poder creativo de las letras y de las palabras.

Los cristianos, estimulados por la idea que la Divinidad hubiera escrito un Libro imaginaron que debía de haber escrito dos, y que el segundo fuera el Universo. 

Francis Bacon declara en su "Advancement of Learning", que Dios nos ofrece dos Libros para no caer en error: las Sagradas Escrituras, que revelan Su voluntad, y la Creación, que revela su Poder; el segundo es la clave del primero. 


Bacon considera que el Cosmos sea reducible a formas esenciales que forman en número limitado un abecedarium naturae o serie de letras con las cuales se escribe el Texto Universal. 


También en la obra de Galileo está presente la noción del Universo como Libro: 

- "La Filosofía está escrita en ese grandísimo Libro que está abierto permanentemente delante de nuestros ojos - el Universo - pero que no se comprende si antes no se estudia el idioma y no se conocen los caracteres con los cuales ha sido escrito. 
La lengua de este libro es matemática y los caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas"-.

(GALILEO - "Il saggiatore")


  









TABLA ESMERALDINA



En todas estas teorías por consiguiente, el Universo es considerado como una mente que se manifiesta a través del lenguaje de los cuerpos celestes e interpretado como un sistema expresivo universal, fundamento de la Creación.











miércoles, 12 de noviembre de 2014

EL CAMINO DEL SOL



 


ANA MARIA SEGHESSO











HERODOTO



El historiador y geógrafo griego Herodoto, nació en Halicarnaso y vivió entre el 484 y el 425 a.C. Se lo considera el padre de la Historiografía.

 

Cumplió numerosos viajes del los que dejó  nutridas  anécdotas de carácter etnográfico en su obra dividida en nueve libros, “Historias”, literalmente «investigaciones, exploraciones», en donde narra la elevación y caída por obra de los Griegos, del Imperio persiano. 



Herodoto alterna a la seca enumeración del aparato bélico de los dos ejércitos y la crónica de las batallas, discursos, diálogos y paréntesis narrativas sobre argumentos como la ambición, la fugacidad de la suerte humana, la diversidad de costumbres, creencias tradiciones locales. 

Incluye en la obra elementos fabulosos mezclados con la investigación histórica con lo que consigue la atención interesada de sus lectores.


Transcribo parte del párrafo 142 del libro II, donde refiere noticias escuchadas de sacerdotes egipcios en relación a las generaciones pasadas desde el primer rey de Egipto hasta el último que reinaba entonces, que sumaban 341 generaciones humanas, y en tal período de tiempo otros tantos fueron los sumos sacerdotes y los reyes (faraones).


Herodoto describe la Precesión de los equinoccios, con el movimiento de rotación de las estrellas fijas que produce la variación del movimiento del Sol respecto a su salida y ocaso.
 



 











Historias, II, 142



 “En efecto, 300 generaciones de hombres representan 10.000 años, dado que 3 de ellas completan un siglo. Y las 41 generaciones que quedan, que se sumaban a las 300, resultan 11.340 años [1]

Así, ellos decían, en 11.340 años, ningún dios había estado con ellos en forma humana. Ni al principio ni después, entre los que reinaron en Egipto, se había verificado nada semejante.


En ese período de tiempo, relataban, el Sol se desvió cuatro veces de su recorrido habitual: dos veces habría surgido de allá en donde ahora se oculta; y donde ahora surge, allí dos veces habría puesto; nada en Egipto, por todo este tiempo, sufrió variaciones, ni los productos de la tierra, ni cuanto era el río entregaba, ni el proceso de las enfermedades o las causas de muerte."


















[1] El cálculo exacto es de 11.366 años