Translate

miércoles, 23 de julio de 2014

La palabra de Dios



ANA MARIA SEGHESSO









En la Biblia, Antiguo Testamento, el mismo Dios que promulga el "no matarás" (Deut. V, 17) ordena combatir a otros pueblos "hasta el exterminio total", sin compasión alguna (Deut. VII, 2).
Cuando la caída de Jericó, el pueblo elegido pasó "al filo de la espada a hombres y mujeres, niños y ancianos" (Jos. VI, 21).



Y Jesús, en los Evangelios, impone ofrecer la otra mejilla al que recibe una bofetada (Mt. V, 39), pero echa a latigazos a los mercaderes del templo (Jn. II, 14) y dice que no ha venido a traer la paz, sino la espada (Mt. X, 34).



Se podría temer que el Dios único -propio de los monoteísmos - con su monopolio de la verdad y la terminante exclusión de todo lo que se le opone, se presta más a las guerras santas que los dioses locales del politeísmo antiguo. 

Los dioses paganos no tenían pretensiones de dominio universal, lo que los hacía menos competentes para justificar cruzadas redentoras o reivindicativas. 

El fervor bélico parece característico de los seguidores de quien no admite ninguna competencia y que, en el propio Libro, se define "un Dios celoso" (Deut. V, 9).



La Fe Revelada es monoteística opuesta al politeísmo y a sus filósofos, entre los que junto a tantos otros se destacó Marco Aurelio, filósofo estoico y emperador romano (121-180 d.C.)




“La expresión encolerizada del rostro es innatural. Cuando desaparece del semblante el gesto moderado al final se apaga, de manera que ya no es más posible volverlo a encender.
¿Y qué motivo quedará entonces para vivir si hasta la cognición del error nos abandona?"


Marco Aurelio,  
Pensamientos, VII-24.