ANA MARIA SEGHESSO
RELIGIÓN Y MAGIA EN EL MUNDO ANTIGUO
El oráculo de Delfos, situado en un gran recinto sagrado consagrado al dios Apolo, fue uno de los principales oráculos de la Antigua Grecia
La adivinación, según los mitólogos, nació de la necesidad perteneciente a la naturaleza íntima del ser humano, que busca la armonía con los dioses creadores. Pertenece a la memoria colectiva que no puede olvidar los tiempos felices en los que los mortales vivieron con los Inmortales, quienes estuvieron cerca de los seres humanos y los protegieron, transmitiéndoles muchas ciencias para sobrevivir, en un período de Tiempo llamado: Edad del Oro o Paraíso perdido.
Babilonia es considerada el lugar de nacimiento de la adivinación y de las artes mágicas en general.
Los babilonios fueron los primeros en practicar la adivinación, es decir, la ciencia de predecir el futuro, tanto de los individuos como del estado. Fue luego trasmitido a otros pueblos. Griegos, Etruscos, Romanos.
En Oriente fueron Persas, Hindúes y Chinos quienes cultivaron este procedimiento.
La Antropología define a la adivinación como un proceso deductivo y analítico, que explora el misterio, tratando de descubrir el vínculo entre las circunstancias hostiles y los medios para limitarlas, utilizando una técnica llamada Magia, con la finalidad de superar o evitar las dificultades que impiden alcanzar la felicidad.
Históricamente Sumerios y Babilonios fueron los primeros que afirmaron que “El mundo divino siempre está atento a las necesidades del hombre aliviando su pesado destino”.
Esta convicción es la diferencia fundamental entre el mundo de Mesopotamia y el mundo civil y racional de los griegos.
Todas las artes de adivinación, y en particular la Astrología como su máxima expresión, son un testimonio de que los signos impresos en las estrellas son mensajes del Mundo divino al hombre, de modo que pueda extraer de cada manifestación, tanto terrestre como celestial, enseñanzas sobre cómo vivir mejor.
Reza un aforismo Caldeo
“Hacer y conocer el interés propio, pertenece sólo al sabio."
Las diversas formas de Esoterismo, muy numerosas, han evolucionado y prosperado en el mundo antiguo, especialmente entre los pueblos que daban mucha importancia a la programación de acontecimientos, no sólo de interés personal sino también para planificaciones políticas económicas y sociales de largo alcance.
Cada deidad podía tener contacto con el hombre a través de los medios que el mismo ser divino prefería. Por tanto, bastaba poseer la técnica y una sensibilidad adecuada para poder sintonizarse con los dioses, si bien “siempre la iniciativa partía de arriba”.
El mensaje que así llegaba a su receptor, debía ser descodificado e interpretado para resultar inteligible.
El secreto de conocer el futuro en las religiones del Mundo antiguo, era propiedad reservada de los dioses. Los intérpretes: sacerdotes o adivinos, revelando lo oculto, eran solamente los mensajeros.
Los dioses, por tanto, no son indiferentes a los problemas humanos, al contrario los regulan y aconsejan y sólo se alejan cuando el hombre, voluntariamente, comete una infracción contra la divinidad.
Algunos estudiosos consideran la Adivinación como una forma de revelación 'indirecta', ya que el Misterio puede ser comprendido por laicos, a través de la interpretación de fenómenos naturales, como el desplazamiento matemático de planetas y estrellas, según la visión terrestre (Astrología), las manifestaciones atmosféricas, la conducta de los animales, los nacimientos o a través de los fenómenos provocados por los adivinos o sacerdotes, como por ejemplo,
- el examen de los intestinos y especialmente el hígado de los animales
- la observación del humo del incienso o de las gotas de aceite en el agua.
En su obra “Sobre la adivinación” (De Divinatione), Marco Tulio Cicerón imagina encontrarse en la propia villa de Túsculo en compañía de su hermano Quinto Tulio Cicerón, el cual abre el tratado, exponiendo su propio punto de vista en favor de la “clarividencia y en línea con el estoicismo”.
Según tal corriente filosófica, la posibilidad de prever el futuro tendría un fundamento real y la prueba más evidente puede encontrarse en el acuerdo que todas las poblaciones demuestran tener desde siempre sobre este punto: consensus omnium".
ADIVINACIÓN NATURAL Y ARTIFICIAL
SUEÑOS
Según una clasificación antigua, hay dos formas de adivinación, natural y artificial.
En ciertos santuarios griegos, como el Templo de Asclepio en Epidauro, el visitante tenía que seguir un ritual específico: ayuno, oración, abluciones, sacrificios y luego pasar la noche en el templo. Mientras dormía, debía tener una visión del dios recibiendo consejos sobre el problema, la mayoría de las veces una enfermedad grave, que lo había empujado allí.
Siguiendo el consejo del dios, muchos enfermos se recuperaron milagrosamente. Este tipo particular de adivinación se llama Iatromancia o Iatromantis, una palabra griega que significa "el vidente-médico" u "hombre-medicina".
Los hombres que portaban este título eran una especie de chamanes entre los griegos
La forma más evidente de adivinación natural es la que se manifiesta a través de los sueños, que se ha llamado “Los oráculos más antiguos”.
La interpretación de los sueños en Egipto la practicaban los sacerdotes.
Los egipcios conjeturaban que durante el sueño el individuo se inmerge en un mundo diferente al que normalmente vive y que, mientras el cuerpo duerme, el alma de alguna manera está en otra vida o dimensión.
En Grecia, un movimiento religioso conocido como Orfismo afirmaba que el alma, durante el sueño, se libera y deja el cuerpo para entrar en contacto con seres superiores. Mientras el cuerpo está despierto, el alma permanece dormida, pero cuando el cuerpo duerme, entonces el alma está completamente despierta y adquiere una percepción extrasensorial. Dado que el sueño libera el alma, es capaz de manifestarse en la naturaleza divina y adquiere una habilidad especial para ver el futuro, es decir, es capaz de revelar el futuro.
Algunos filósofos, como Posidonio, intelectual de la escuela estoica, estaban convencidos de que los poderes divinos se comunican con los seres humanos a través de los sueños, y que lo hacen de tres formas distintas:
1 - El alma, por ser divina, tiene la capacidad de ver el futuro de la misma manera que lo ven los dioses y los demonios.
2 - El aire está lleno de espíritus incorpóreos, que penetran en el organismo del soñador.
3 - Los dioses le hablan directamente al soñador.
Hubo otras corrientes de pensamiento que, contrariamente a estas creencias, afirmaban que los dioses son completamente indiferentes y desinteresados por los asuntos humanos, por lo que no es posible que envíen sueños premonitorios a nadie.
El primero que se ocupó de interpretar sueños fue Artemidoro de Daldis, o de Éfeso, del que se sabe que vivió en el siglo II d. C., fue un intérprete profesional de los sueños con fines científicos y didácticos. Natural de Éfeso, dada la notoriedad de su ciudad natal, prefirió proclamarse oriundo de Daldis, de donde procedía por línea materna.
El libro de sueños más antiguo se remonta a casi 2000 años y el autor es Artemidoro, quien recopila más de 3000 sueños que le fueron contados, describiendo también el carácter de quienes los habían relatado.
Según Artemidoro, el simbolismo es la clave para interpretar los sueños, ya que bañarse en aguas claras significa “buena suerte”, el contrario en aguas fangosas.
En cierto sentido anticipó algunos conceptos freudianos. El pasaje más famoso de su obra se refiere al "sueño de Edipo" y sus variantes. De manera distante y experta, examina varios tipos de sueños que implican relaciones sexuales con la madre; el tema del incesto se combina con la necrofilia y cada variante tiene su propio significado.