ANA MARIA SEGHESSO
"Los cascos de los caballos estremecían la
tierra. Sonó un alarido cercano, que le heló la sangre en las venas. Entonces,
afirmándose en los estribos, aflojó las riendas del caballo y lanzándolo al
galope por la llanura corrió al encuentro de la nube, enardecido por una
emoción desconocida que lo volvía imprudente. Cuando estuvo dentro se topó con
una pavorosa tropa que jineteaba a su alrededor. Algunos de los bárbaros
estaban de rodillas, sobre el lomo de sus brutos sin monturas, otros se tiraban
al suelo y luego saltaban otra vez sobre el pelo del animal, profiriendo
espeluznantes alaridos mientras se golpeaban la boca abierta con la palma de
las manos.
La horda lo envolvió enardecida. Los salvajes
tenían los ojos encendidos como ascuas. En un gesto de defensa estiró sus manos
para rechazarlos, comprobó que traspasaba sus cuerpos sin dificultad.
Con horror comprendió que eran espectros."
Del libro "Una sesión
de Tarot y otros cuentos"
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