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viernes, 6 de noviembre de 2015

LA MANZANA DE LA DISCORDIA


 


 


ANA MARIA SEGHESSO 















AFRODITA


SANDRO BOTTICELLI


 

   




Cuenta el Mito que la guerra de Troya se originó en el resentimiento de Eris, diosa de la Discordia, por no haber sido invitada a las bodas de Tetis, una divinidad marina, y Peleo, un rey mortal.

Todos los dioses del Olimpo estaban reunidos en la celebración de los esponsales, cuando Eris lanzó sobre la mesa de las tres diosas principales Hera, Atenea y Afrodita, una manzana de oro con la inscripción “kallisti”, “para la más bella”.










ERIS

DIOSA DE LA DISCORDIA

 

 




Ninguno de los presentes quiso asumir la responsabilidad de elegir la más bella entre las diosas y menos aún Zeus, marido de Hera y padre de las otras dos. 

Entonces, el rey del Olimpo, encargó a Hermes de llevar las tres diosas al monte Ida, donde el pastor Paris las habría juzgado.


Cuando vio llegar las divinidades, presintiendo dificultades, Paris quiso escapar, pero Hermes lo convenció de que no debía temer nada y le explicó el caso, ordenándole de hacer el juez, en nombre de la voluntad de Zeus.




 






   

SANDRO BOTTICELLI


El juicio de Paris

 

 


Todas intentaron conquistar a Paris, una después de la otra, para que les diera el premio, prometiendo dones especiales.

- Hera ofreció el mando de toda Asia.

- Atenea propuso la sabiduría y la victoria en todos las batallas. 

- Afrodita le prometió el amor de la mujer más bella, Helena de Esparta.


Y finalmente, el príncipe-pastor, se decidió por Afrodita.

Comenzaron así las desgracias para Paris, Helena, Menelao y para todos los que se vieron envueltos en la guerra de Troya. 
Los poetas han escrito incansablemente sobre este tema, que ha sido además materia de escultores y pintores.











HECUBA Y PRIAMO

  de ALESSANDRO  VAROTARI

  el  Padovanino

 

 

 

La fortuna de Paris sufrió, entonces, un nuevo cambio, como consecuencia de la elección de Afrodita.

Paris, llamado también Alejandro, era el hijo de Hécuba y Príamo, reyes de Troya. 


 PARIS

príncipe troyano



Cuando Hécuba estaba próxima a darlo a la luz, tuvo un sueño en donde se veía engendrar una antorcha, que provocaba el incendio de Troya.
Su marido, el rey Príamo se informó inmediatamente del significado del sueño. 

La respuesta del adivino que lo interpretó fue trágica: el niño por nacer habría provocado la ruina del reino, por consiguiente era necesario matarlo.

Hécuba no aceptó la solución y en lugar de matar a su hijo lo abandonó en el monte Ida, adonde fue recogido por pastores deviniendo él mismo pastor. Su nuevo nombre fue Alejandro, que significa “hombre protegido”, “hombre que protege”. 



 ATENEA
diosa guerrera



Con el paso de los años Paris se transformó en un joven bello y fuerte, dispuesto a regresar al palacio y reclamar el lugar que le correspondía.

El juicio que fue obligado a cumplir y el premio que Afrodita le había concedido, facilitaban sus proyectos, de abandonar la humilde vida de pastor.


Paris se presentó en la corte de Esparta con riquísimos dones, en compañía de Eneas (hijo de Afrodita) y una suntuosa comitiva. 
Fue recibido con grandes honores por el rey Menelao y la reina Helena y sus hermanos Cástor y Pólux.








Menelao, en tanto, tuvo que viajar a Creta para el funeral de su abuelo Catreo, recomendando a Helena antes de partir, la deferencia hacia los huéspedes, que gozaban de los privilegios de la hospitalidad.



No pasó mucho tiempo que Paris se hizo amar por Helena, ayudado en su conquista por su belleza, acrecentada por voluntad de Afrodita, su protectora, y por los espléndidos regalos que ofreció a la reina.

Helena subyugada por el príncipe troyano reunió todos los tesoros de Esparta, que le pertenecían por derecho y abandonando Esparta, su marido y su hija, se marchó con Paris a Troya, Anatolia, la actual Turquía.

Menelao, informado de lo ocurrido, regresó rápidamente a Esparta. Pidió ayuda a su hermano Agamenón, rey de Micenas, a Ulises, Aquiles y otros famosos guerreros. 



Convocó a todos los jefes de las tribus que habían jurado fidelidad a Tíndaro en ocasión del pedido de mano a Helena y consultó, además, el Oráculo, que aconsejó la guerra.

Por su parte también los dioses reaccionaron a los acontecimientos. 

Atenea y Hera tomaron la defensa de los griegos, considerando a Paris y a los troyanos sus enemigos. 

Afrodita, por el contrario, tomó la defensa de Troya y de los enamorados.


Todos los jefes tribales se reunieron en un gran ejército, al mando de Agamenón, el potente guerrero que regresó victorioso a Micenas, luego de un sitio de diez años frente a las murallas de Troya.



 








Máscara en oro de Agamenón